El nuevo tratamiento reduce los síntomas en 57% y podría evitar los efectos secundarios del tratamiento convencional.
El Laboratorio de Nanotecnología del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía y el Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM, en colaboración con la Universidad de Tulane, de Estados Unidos, desarrollan un nuevo tratamiento para la enfermedad de Parkinson que tendría menores efectos secundarios que el tratamiento convencional con L-dopa.
Éste consiste en la implantación de geles de sílice con dopamina en ciertas regiones cerebrales dañadas por la enfermedad de Parkinson, que permite una liberación constante y prolongada del compuesto, de acuerdo con el estudio Treatment of Parkinson's disease: nanostructured sol-gel silica-dopamine reservoirs for controlled drug release in the central nervous system, publicado en el International Journal of Nanomedicine.
La técnica evaluada en ratas con lesiones cerebrales parecidas a las provocadas por esta enfermedad, muestra que el tratamiento disminuye los síntomas en un 57 por ciento, además de que no se observan los movimientos involuntarios que se presentan en tratamientos prolongados con L-dopa.
Los átomos de oxígeno y de silicio del gel forman redes capaces de interaccionar con las moléculas de dopamina. Estas interacciones son lo suficientemente fuertes para evitar que la dopamina se disuelva instantáneamente en el tejido, con lo que se logra una liberación prolongada.
Otras ventajas de los geles de sílice radican en que son poco tóxicos dentro del organismo, y en que pueden ser construidos en varias formas y tamaños, además de que se les puede alterar químicamente para modificar su tiempo de vida dentro del cuerpo.
Se desconoce la causa de la enfermedad de Parkinson, pero se sabe que sus síntomas son provocados por una producción insuficiente de dopamina en ciertas regiones del cerebro, por lo que el tratamiento convencional consiste en la administración oral de L-dopa una vez al día, sustancia a partir de la cual se produce la dopamina en el cuerpo.
Los investigadores involucrados en el estudio señalan: "debido a que la dopamina no cruza la barrera (entre los vasos sanguíneos y el sistema nervioso central), no puede ser usada como un reemplazo terapéutico en los pacientes con enfermedad de Parkinson. En cambio, su precursor inmediato, (la L-dopa) tiene buena penetración en el cerebro, lo que le hace el tratamiento más eficaz".
Sin embargo, el uso de este precursor de la dopamina tiene sus inconvenientes, pues como explican los propios autores, "durante el uso prolongado de L-dopa, muchos pacientes con enfermedad de Parkinson desarrollan fluctuaciones en la respuesta motora que obligan a que se suspenda el tratamiento".
La manera en que se administra la L-dopa hace que la concentración de dopamina en el cerebro varíe a lo largo del día. Estas variaciones se relacionan con los problemas motrices que presentan los pacientes bajo tratamiento prolongado con L-dopa.
De acuerdo al estudio, las mejorías del nuevo tratamiento se deben a que es un sistema en el que la liberación del fármaco es constante y controlada, además de que puede implantarse directamente en las estructuras cerebrales que lo requieren.
La dopamina es un neurotransmisor: un compuesto que usan las neuronas, las células nerviosas, para comunicarse entre sí. Ciertas regiones del cerebro que usan dopamina tienen un papel importante en el control del movimiento. La pérdida de estas neuronas es la que genera los síntomas característicos de la enfermedad de Parkinson.
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