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lunes, 21 de noviembre de 2011

El sentido del olfato podría mejorar con entrenamiento

Un equipo de científicos del Langone Medical Center de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos) ha demostrado en un nuevo estudio que la pérdida del sentido del olfato debida a la edad o a una enfermedad puede ser revertida. Los hallazgos han sido publicados en la revista 'Nature Neuroscience'.
El olfato es único entre nuestros sentidos, afirma el director del estudio, el doctor Donald A. Wilson, profesor de Psiquiatría Infantil en el Langone Medical Center e investigador en el Instituto Nathan S. Kline. El bulbo olfatorio, una estructura situada bajo la corteza frontal que recibe impulsos nerviosos de la nariz, también tiene conexiones directas con la amígdala, que controla las emociones y la fisiología, y con regiones de orden superior como la corteza prefrontal, que participan en la cognición y la planificación.
"A diferencia de la información recibida de ojos y oídos, que ha pasado por muchas conexiones hasta llegar a la corteza frontal, el sistema olfatorio está a sólo dos conexiones de distancia", explica el doctor Wilson, "el resultado es un acceso inmediato de la nariz a la memoria".
Aunque el deterioro del sentido del olfato está asociado a la enfermedad de Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, la esquizofrenia, e incluso el envejecimiento normal, la causa que explica por qué el sentido del olfato se debilita sigue siendo un misterio. Ahora, investigaciones recientes de laboratorio, dirigidas por el doctor Wilson, revelan cómo puede tener lugar este debilitamiento, "hemos demostrado que el entrenamiento puede mejorar el sentido del olfato, y también hacer que sea peor", añade Wilson.
El doctor Wilson y la doctora Julie Chapuis, investigador post-doctoral, colocaron ratas sedientas en cajas con tres agujeros del tamaño de su hocico y las expusieron a explosiones breves de olores a través del orificio. En total de utilizaron tres olores: una mezcla de 10 sustancias químicas de frutas, aceites, productos de limpieza, etc; la misma mezcla con un producto químico sustituido por otro, y la misma mezcla menos uno de los productos químicos. Cuando los roedores identificaban un olor, eran recompensados con un sorbo de agua administrado por el agujero de la pared lateral izquierda, por otro olor, recibían agua por el orificio de la pared del lado derecho.
Las ratas podían fácilmente distinguir entre los olores cuando un producto químico había sido sustituido en una mezcla, pero no cuando uno de los componentes había sido simplemente eliminado. Luego, los investigadores anestesiaron a las ratas e insertaron electrodos en sus cerebros. En el bulbo olfatorio, cada olor producía un patrón de actividad eléctrica diferente; pero en la corteza piriforme, un área de la corteza cerebral de rata, los olores que las ratas pueden diferenciar producían patrones distintos de actividad, mientras que los que no podían distinguir produjeron patrones idénticos.
Los investigadores entrenaron entonces a un nuevo grupo de ratas para discriminar entre los olores que los primeros animales que no podían distinguir mediante recompensas en forma de sorbos de agua, "logramos que reconocieran los olores", afirma el doctor Wilson. En la corteza piriforme de las ratas, los patrones de actividad provocados por estos olores similares eran ahora diferentes.
Posteriormente, se capacitó a un tercer grupo de animales para que ignoraran la diferencia entre los olores que las primeras ratas podían distinguir fácilmente, dándoles agua en el mismo orificio después de la exposición a cualquiera olor. Esto efectivamente empeoró su sentido del olfato, las ratas no podían distinguir un olor de otro.
"Nuestros hallazgos sugieren que, mientras que la insuficiencia olfativa puede reflejar un daño real al sistema sensorial, en algunos casos, puede ser un caso de "usarlo o perderlo", dice el doctor Wilson. Estos resultados abren la puerta hacia posibles terapias olfativas que podrían, en algunos casos, ayudar a restaurar la función del olfato.

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