El párkinson no solo es un trastorno del movimiento o un
temblor de manos. Una gran parte de las personas que padecen esta enfermedad
neurodegenerativa presentan trastornos neuropsiquiátricos y de la conducta,
especialmente depresión, apatía y ansiedad. Además, según estudios presentados
por el neurólogo Javier Pagonabarraga, del Hospital de San Pau (Barcelona),
entre el 15 y el 20 % de los pacientes desarrollan trastornos adictivos. Las
alteraciones compulsivas más frecuentes son la hipersexualidad patológica, la
ludopatía, la compra compulsiva, el trastorno de la conducta alimentaria,
conductas violentas o el punding
(comportamiento adictivo por ciertas aficiones).
Según Pagonabarraga, las modalidades de ludopatía más
habituales son el juego de máquinas (33 %), el casino (21 %), juegos de
Internet (20 %), lotería (16 %), carreras de caballos (13 %) y bingo (5 %). De
todas formas, la mayor disponibilidad para el acceso a Internet ha supuesto un
agravamiento en esta población clínica. Lo más preocupante, según el neurólogo,
es que solo el 15 % de los pacientes le comunican estos problemas a su médico,
«problemas que, en algunos casos, destrozan matrimonios y familias porque no se
tratan como párkinson».
Carlos García Sánchez, médico adjunto del servicio de Neurología
del Complexo Hospitalario Universitario A Coruña, confirma que los síntomas no
motores del párkinson son cada vez «más prevalentes» y que, entre ellos, los
trastornos compulsivos «acaban convirtiéndose en casi lo más invalidante».
Indica que las conductas repetitivas suelen estar relacionadas con la profesión
del enfermo: «Los carpinteros repiten obsesivamente la misma pieza, los
relojeros montan y desmontan compulsivamente el mismo reloj... Algún paciente
llenó toda una planta del hospital con pajaritas de papel», comenta García
Sánchez como anécdota.
Según los expertos, el objetivo principal de cara al
futuro es encontrar herramientas para un diagnóstico temprano. De hecho, la
pérdida de sentido del olfato o determinados trastornos del sueño son algunos
de esos síntomas que aparecen antes de las manifestaciones motoras y que, si se
detectan, pueden favorecer un tratamiento más acertado. Esto no significa que
un paciente con párkinson vaya a curarse, pero sí puede ayudar a alargar e
incrementar su calidad de vida.
Pagonabarraga aseguró que el tratamiento temprano con
fármacos dopaminérgicos correctos puede reducir la aparición de las complicaciones
motoras durante los primeros diez años de evolución de la enfermedad. Y es que
los pacientes suelen acudir al neurólogo tarde, casi dos años después desde el
inicio de los síntomas y diez después de las primeras alteraciones en el
proceso cerebral.
Se calcula que en España padecen la enfermedad unas
150.000 personas. 6 Millones de enfermos en el mundo