Académicos de la UNAM crearon un método de detección temprana de la enfermedad de Parkinson, examen permitiría un diagnóstico acertado, años antes de presentarse los síntomas, y cuando la persona aún puede hacerse cargo de sí misma.
La innovación patentada por la Universidad, desarrollada por Selva Lucía Rivas Arancibia de la Facultad de Medicina y Martha Aguilar Martínez, de la Facultad de Química, entre otros colaboradores, consiste en una prueba de sangre, basada en la localización de un marcador bioquímico, en este caso, metabolitos de dopamina oxidada.
El Parkinson, el segundo trastorno neurológico crónico más común en México, sólo después del Alzheimer, y no tiene cura. Hasta ahora, las terapias se enfocan a retardar el proceso neurodegenerativo. De ahí, la relevancia de un diagnóstico temprano.
Actualmente, la determinación de la enfermedad es clínica (basada en signos como temblores, lentitud o pérdida de control de los movimientos musculares voluntarios); sin embargo, 24 de cada 100 pacientes diagnosticados no tienen ese padecimiento y reciben el tratamiento equivocado hasta su muerte.
De acuerdo con Selva Lucía Rivas Arancibia, en México la prevalencia es de 200 a 400 casos por cada 100 mil habitantes, y aunque el porcentaje no es muy alto, se trata de una enfermedad catastrófica para el paciente, que poco a poco, presenta alteraciones motoras, pérdida de memoria y de la capacidad de valerse por sí mismo. En Estados Unidos, se calcula que el costo anual excede los siete mil millones de dólares.
La científica abundó que el factor de riesgo más importante es la edad; por ello, y debido al envejecimiento progresivo de la población, su incidencia aumentará en los próximos años. Además, aclaró la experta, tiende a aparecer en épocas más tempranas de la vida, incluso desde los 40 años.
Las investigaciones de los científicos les permitió crear una prueba aplicable a personas entre 40 y 50 años para que, de ser necesario, tomen medidas preventivas, como una dieta rica en antioxidantes, no exponerse a ambientes oxidantes (contaminados) ni a estrés.
Junto con pruebas clínicas y psicológicas se tendría un parámetro bioquímico cuantificable para evaluar tratamientos en enfermos ya diagnosticados.
Selva Rivas ya trabaja en el desarrollo de un kit de bajo costo, que pueda ser aplicable en hospitales, e incluso, en consultorios. “Pensamos que el método es prometedor”.
DEMASIADO TARDE. En el momento en que se determina su existencia, añadió, 70 u 80 por ciento de las neuronas de la sustancia negra del cerebro ya han muerto; “el paciente recién comienza a presentar síntomas motores”.
“El proceso es largo; pudo empezar ocho ó 10 años atrás, pero no nos damos cuenta porque las propias neuronas dopaminérgicas cerebrales suplen la función de las neuronas dañadas o muertas. Con un diagnóstico temprano se podría proteger a muchas de ellas”.
Una de las hipótesis de nuestro laboratorio, dijo Rivas, es que el estrés oxidativo durante el desarrollo de la enfermedad lleva a la muerte celular y juega un papel importante para que los síntomas se presenten en etapas más tempranas.
Aunque el mal de Parkinson no es curable, con una detección oportuna se podría impedir que el proceso neurodegenerativo multifactorial (de tipo genético, toxicológico, ambiental), refiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario